martes, 10 de mayo de 2011

Artículo Cherán

Patrimonio forestal amenazado
 
Se regulariza la vida en Cherán, tras alzamiento de indígenas en abril pasado
Expulsan a talamontes, vinculados a grupos delictivos

Desconocen a partidos y optan por los usos y costumbres
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Demandas de la comunidad indígena de Cherán, que mantiene ocupado el palacio municipal desde abril pasadoFoto Rosa Rojas
 
Rosa Rojas
 
Enviada
 
Periódico La Jornada
 
Sábado 22 de octubre de 2011, p. 2

Cherán, Mich. En el municipio gobierna el PRI, en el estado el PRD y en el país el PAN y ninguno de los tres niveles han hecho caso a nuestra demanda de justicia y de combatir el crimen organizado que ha talado nuestros bosques, asesinado a cinco comuneros y desaparecido a otros cinco. Ante esta situación, la población decidió: no a los partidos políticos, no a las elecciones estatales de noviembre y elegir por usos y costumbres un gobierno indígena autónomo.

Así lo informó en entrevista en el palacio municipal, ocupado ahora por una coordinación comunitaria, uno de los dirigentes –quien, por seguridad, reserva su nombre y se cubre el rostro con un paliacate– de este pueblo alzado desde el pasado 15 de abril, cuando la gente expulsó a los talamontes, y para garantizar la seguridad cerró el poblado con barricadas, reactivó la ronda tradicional comunitaria –que no es policía, aclara– e instaló en cada esquina fogatas, que ahora se cuentan por decenas en cada uno de los cuatro barrios de la ciudad, y en las que se mantienen en guardia toda la noche.

Desde mediados de agosto se ha ido regularizando la vida en esta población de unos 20 mil habitantes, en su gran mayoría purépechas, al reabrirse las escuelas y también para evitar el cansancio de la gente después de cinco meses de constante vigilia; ya se permite la circulación de personas y vehículos por su territorio entre 8 de la mañana y 8 de la noche, pero se controla quién entra y sale. Prohibidas están las bebidas alcohólicas, portar armas y llevar propaganda partidista.

En la barricada de la entrada a la población –donde por la noche puede verse algún hombre armado– se revisa la carga de camiones, se pide a la gente que llega se identifique e informe a qué va. A la salida pueden recoger sus credenciales.

La tala, que ha arrasado unas 20 mil hectáreas de las 27 mil que integran el territorio comunal de Cherán, se denunció desde 2008 y el secuestro, la desaparición y la muerte de cheranenses han sido consecuencia de su lucha por defender sus árboles, el agua, las plantas y los animales, la naturaleza y la vida misma, repiten en una especie de coro polifónico no sólo los y las dirigentes con sus paliacates al rostro, sino las veintenas de mujeres y hombres que hacen vigilia en cada fogata a cara descubierta, en tensas tertulias que entre risas y conversaciones no dejan de escudriñar la oscuridad, alertas frente al peligro de un enemigo que, afirman, está pertrechado con armas de alto poder y un escudo de impunidad.

En las fogatas, que acaban siendo fogón de cocina, se convida a las visitantes con chocolate o quesadillas, café, atole o tamales. Estas ahora son una especie de casetas de unos cuatro por 10 metros con tablas de madera para enfrentar el frío y la lluvia. En algunas hay macetas, en otras la imagen de alguna virgen, un Cristo, un santo, adornos festivos... la gente se va rotando para que la participación ya no sea diaria.

Hay determinación y valor en esa vigilia, que puede parecer un poco ingenua si se piensa en la posibilidad de que llegara a darse un ataque con armas de grueso calibre por los hampones. La comunalidad se ha ido recuperando en las fogatas que, dice una de las integrantes de la coordinación, nos han servido para recuperar la organización, enlazar esa relación que ya se estaba perdiendo a través de los partidos. Alrededor de estas fogatas nos hemos abrazado, como que nos hemos dado este calor que ya se estaba perdiendo.

El responsable de comunicación de la coordinación explica que desde 2008 denunciaron ante el gobierno municipal, luego al estatal y después al federal, la tala ilegal, además de que últimamente iban carros cargados de madera y atrás camionetas con gente armada y encapuchados que amenazaban a la gente, les decían que se salieran porque los bosques, la madera, el territorio, eran de ellos.
Esos carros, dice, provenían de la comunidad de Capacuaro, no de toda la gente, hay que entender, porque a veces el gobierno confunde diciendo que es un pleito entre comunidades, y no, sino que en Capacuaro hay gente que se dedica a la madera y detrás están esos llamados paramilitares.

Ningún gobierno les hizo caso. Entonces uno entiende que hay otros detrás, entonces no queda más que levantarnos; hubo un levantamiento aquí el 15 de abril para autoprotegernos porque si el gobierno no lo hace entonces vamos a defendernos nosotros.

El dirigente comunal a su vez señaló que pidieron la presencia del Ejército, a contrapelo de la mayoría de comunidades indígenas del país, que reclaman la vuelta de militares a sus cuarteles, porque en los años 40 y 50, cuando se incendiaba el monte el Ejército ayudaba a los pobladores a resguardar el patrimonio de la comunidad, que es también la soberanía nacional... pero ahora vemos que nuestra Constitución se va adaptando a como dice el Tratado de Libre Comercio, favoreciendo para que el agua, la tierra, los recursos naturales, el aire, pasen a manos privadas... y el Ejército hace mal porque reprime, extorsiona también y tiene ligas con el narcotráfico.

Subrayó que se pide la presencia de militares pero no adentro de la comunidad sino en los límites donde aún talan los hampones, como en rancho Morelos, Tanaco –donde opera un criminal apodado El güero– en Aranza, Paracho, Pomacuarán, San Lorenzo. Aquí adentro nos cuidamos nosotros mismos. Sin embargo, dice, los soldados hacen rondines y se van sin detener la tala ni a los criminales.

Sobre los paramilitares explicó que son policías vestidos de civil y trabajan para el crimen organizado y el narcotráfico.

Mencionó que han hablado con el gobernador michoacano, Leonel Godoy, “hemos pedido protección, justicia para nuestros asesinados y desaparecidos; vivos se los llevaron, vivos los queremos; castigo para quienes ejecutaron, asesinaron a nuestros comuneros y la reconstitución de nuestro territorio... de las 20 mil hectáreas que nos robaron... No han hecho nada para resolver nuestros problemas”.

–¿Les quitaron la tierra?

–Primero ellos entran y talan la madera. El otro grupo que llega viene haciendo la quema de los residuos de cada árbol y entonces en esos lugares, con los grupos armados que mantienen un cerco de protección para ellos, nuestros comuneros no pueden subir al cerro y entonces también nos roban la tierra... Vemos que están en esa dinámica porque lo hemos comprobado; en Uruapan tenemos a una asociación de aguacateros que están extendiendo su territorio para el cultivo, entonces en nuestra comunidad es lo que querían hacer, en otros lugares han despojado terrenos, cerros completos... a mano armada –afirmó.

Por su parte, un hermano de Jesús Macías Hernández, quien desapareció el pasado 10 de febrero luego de visitar unas oficinas de Procampo en Paracho, informó que un día antes de que se lo llevaran hubo un enfrentamiento con un rapamontes en el cerro. Detuvieron una camioneta, la bajaron a la plaza y el dueño de esa camioneta le dijo a mi hermano que del jueves no pasaba y así fue.
Indicó que dos meses después de la desaparición de Jesús le pidieron a los familiares dinero para devolverlo, por lo que juntaron cierta cantidad que depositaron en una cuenta bancaria. A él –quien pidió reserva de su nombre– lo amenazaron en Paracho y a otro hermano lo secuestraron unas horas para que no denunciaran la desaparición de Jesús. Sin embargo, se presentó la demanda en Cherán y en Morelia, la Procuraduría de Justicia estatal se quedó con las fichas del depósito que se hizo, pero no han investigado, lamentó.


Extraido de: 
http://www.jornada.unam.mx/2011/10/22/politica/002n1pol

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